“Cuando comenzó la cuarentena me realicé el estudio del COVID-19 desde mi automóvil en uno de los centros de exámenes drive-thru que montaron las autoridades. Mientras me lo hacía pensé que la misma modalidad podía usarse para las inyecciones de botox”, explicó a Infobae el doctor Michael Salzhauer, quien se hace llamar el Dr. Miami y es el dueño de una de las clínicas de cirugía plástica más famosas del sur de la Florida en la elegante zona de Bal Harbour.

“Con el correr de los días, empecé a recibir pedidos desesperados de pacientes que querían realizarse procedimientos. Cuando las personas pasan dos y hasta tres meses encerrados en sus hogares, tienen mucho tiempo para analizarse en el espejo. Lo que más me pedían era botox y rellenos. Los rellenos son más complicados, pero el botox es tan sencillo que se podía hacer a través de la ventana de un vehículo”, comentó.

La Agencia de Medicamentos y Alimentación de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) exige que quien inyecte botox sea un profesional médico, pero las reglas no dicen nada acerca de dónde aplicar las inyecciones, por lo que el nuevo negocio del Dr. Miami es absolutamente legal. (Infobae)