Durante esta fiesta, los japoneses piden fertilidad a los dioses, que nazca bien un hijo que está en camino o protección ante enfermedades de transmisión sexual. También hay festividades semejantes en otras partes del país.

Entre las actividades la gente come en las calles dulces de todo tipo con forma de pene, algunas japonesas se fabricaron sombreros con forma de espermatozoide y en el templo se venden camisetas, así como velas y otros suvenires.

La cita tiene su origen en el siglo XVII, cuando las prostitutas rezaban a los dioses para que el negocio les fuese bien y que las resguardase de enfermedades relacionadas con su oficio.