El muchacho se llama Quentin Luçon y demostró que no tiene miedo a las alturas con una prueba que muy pocos se atreverían a hacer (o sea solo yo, ‘porecito’)

Primero se arrojó en parapente para sobrevolar los Alpes suizos; luego un amigo que estaba más arriba dejó caer un columpio. Entonces dejó su parapente y se tomó del balancín.

Así se mantuvo algunos segundos, columpiándose en el escenario más espectacular que se pueda imaginar. Y luego se dejó caer al vacío, ahí fue donde mamá lloró viendo este vídeo, el susto digamos.

Y, por último, abrió el paracaídas que tenía en la espalda y aterrizó plácidamente. Misión cumplida, ahija. (INFOBAE)

Por El Galán