Así que con esos niveles de bienestar se pueden dar el lujo de probar algunas medidas diferentes en la educación, salud y bienestar de sus futuros ciudadanos, como el no aplicar más exámenes para que los niños y jóvenes no sufran de la presión, ansiedad, miedo y estrés que les provocan.

“Debemos equilibrar la diversión del aprendizaje y el rigor de la educación”, manifestó Ong Ye, ministro de Educación, en su participación ante el parlamento de su país.

El lograr el primer lugar en educación en el mundo ha tenido un alto costo para los estudiantes, ya que el sistema es extremadamente exigente y esto afecta su salud mental, elevando la tasa de suicidios a 10.03 por cada 100,000 habitantes, lo que es superior a la media en el planeta.

Por ello, las autoridades decidieron relajarse un poco y no someter a los niños y jóvenes a tanto estrés; a partir del próximo ciclo escolar la medida entrará en vigor para los estudiantes de primer y segundo grado de primaria, así como para los de primero de secundaria, y en los próximos años se extenderá a todos los demás grados.

De acuerdo a mediciones realizadas por organizaciones internacionales, en promedio un estudiante en Singapur pasa una larga jornada en la escuela y, posteriormente, un promedio de 9.4 horas por semana en casa dedicadas al estudio.

Además, desaparecerán las calificaciones medias, los reprobados, los promedios finales y otros indicadores globales de aprovechamiento. Por si esto fuera poco, no habrá más presión para aprender matemáticas y otras ciencias exactas, sino que se le pondrá especial atención al desarrollo en artes y actividades de recreación.

Parece que en Singapur están desarrollando generaciones más felices, en lugar de adultos que sólo se preocupen por el éxito. Ojalá pronto repliquen este modelo en todo el mundo. (Guía del Varón)