«Las entradas se acabaron enseguida, y yo no podía quedarme afuera del Mundial. Soy más fanático de Perú que de mi equipo, Universitario. Fui a todos los partidos de las Eliminatorias, incluso cuando sólo éramos 20 mil, ante Ecuador. Así que me había jurado venir a Rusia», comenzó su relato el hincha.

«Lo único que quedaban en la web de la FIFA eran entradas para discapacitados. Me fijé cuáles eran los requisitos para comprarlas: estar en sillas de ruedas, algo específico para mujeres y sufrir de obesidad mórbida, 35 de IMC, el índice de masa corporal. Me fijé la mía, estaba en 30 e hice cuentas. Debía subir 25 kilos».

Lo que parecía una locura se transformó en realidad en solo tres meses. «Primero compré las entradas y después empecé a engordar. Comía de todo, muchos hidratos de carbono. Tenía tres meses para presentar el certificado médico de obesidad corporal. Por suerte pude cumplirlo y la FIFA lo aceptó».

Por supuesto que en el mientras tanto recibía los reproches de su madre por «dejar de lado su salud». Sin embargo, Miguel F. también encontró una solución para este nuevo escollo y cuidar su cuerpo: «Nado dos kilómetros por día».

Con el objetivo cumplido, este fanático espera por el debut de Perú, que será el sábado frente a Dinamarca en Saransk. «Por las dudas seguí comiendo, no sea cosa que no me dejen pasar», agregó sin perder la gracia, mientras mostraba su certificado y entrada, que marca «obese seat» (asiento para obesos). (INFOBAE)

Por Chanto