Estos loros fueron adoptados por el zoológico en agosto, los colocaron juntos en una jaula y ahí aumentaron su repertorio de groserías en pocos días. Incluso cuando el director del lugar, Steve Nichols, pasaba junto a ellos le gritaban cosas como “cállate, gordo, fenómeno, j*dete”.

Al principio a todos los trabajadores del lugar les pareció gracioso y no hubo problema. Lo malo fue que los loros finalmente fueron exhibidos al público y en menos de 20 minutos ya habían comenzado a insultar a todos.

Los visitantes tomaron con buen humor las injurias de estos loros boquiflojos, pero el director después consideró que si había niños entre los visitantes esta situación podría cambiar de graciosa a grave en cualquier momento.

Así que, como a grupo de niños en un salón de clase, a estos loros mal hablados los tuvieron que separar de la colonia de aves, y poner a cada uno en lugares diferentes para que no siguieran “enseñándose” a maldecir entre ellos.

Steve Nichols espera que este plan funcione, y también dio indicaciones para que los empleados traten de no reírse si alguno de los loros los insulta pues es posible que las risas sean un motivador para que sigan diciendo groserías. (Guía del Varón)